Existen infinidad de variedades de ciruelas, rojas, verdes, amarillas, a cual más deliciosa y todas llenitas de vitaminas, minerales y fibra. Este año vienen especialmente buenas. Son ideales para la elaboración de tartas fresquitas, fresquitas para los calores estivales. La receta de hoy lleva una base de chocolate y un relleno de mascarpone con miel. Se prepara la víspera y es vistosa y adictiva.
Ingredientes
Topping de ciruelas
14 ciruelas rojas grandes (no demasiado maduras)
150 grms de azúcar
1 cucharadita de azúcar avainillado
el zumo de medio limón
Base
150 grms de harina
75grms de cola-cao
100 grms de azúcar
150 grms de mantequilla
2 huevos
Relleno
1 tarrina de 200 grms de mascarpone
2 cucharadas de queso Philadelphia
2 cucharadas de miel
Empezamos preparando las ciruelas que cubrirán la tarta. Es mejor que las ciruelas estén duritas para que no pierdan la forma al hornearlas. Las lavamos, las partimos por la mitad y les sacamos el hueso con ayuda de un cuchillo pequeño de cocina. Las vamos colocando en un bol. Espolvoreamos por encima el azúcar y el azúcar avainillado y les echamos el zumo de limón. Las mezclamos con el azúcar con cuidado usando una cuchara metálica.
Precalentamos el horno a 180 grados. Forramos el fondo de una bandeja de horno con papel de aluminio. Colocamos encima las ciruelas, en una sola capa. Le vamos poniendo por encima un poquito de la mezcla de azúcar y los jugos que hayan soltado. Reservamos el resto.
Horneamos durante 20 minutos o hasta que veamos que la piel de las ciruelas empiece a romperse. Es importante vigilarlas porque si las horneamos demasiado perderán la forma y se pondrán excesivamente blandas. Las sacamos del horno y, escurrimos lo que hayan soltado en el bol en que teníamos reservado la mezcla de azúcar y jugos.
Las dejamos enfriar totalmente. Mientras tanto ponemos el azúcar y los jugos en un cazo. Lo llevamos a ebullición.
y lo dejamos hacer a fuego lento durante unos 20 minutos o hasta que el almíbar resultante se haya reducido a la mitad. Hay que tener cuidado con la potencia del fuego porque este almíbar sube con mucha facilidad y se nos puede derramar. Además, ojito, la quemadura de almíbar es muy dolorosa.
Lo dejamos enfriar totalmente.
Preparamos ahora la base de nuestra tarta. En el robot de cocina se hace en un pis-pas aunque también podemos elaborarla a mano. Mezclamos la harina, el cola-cao y el azúcar en el vaso del robot.
Le añadimos la mantequilla, fría, cortada en dados. Ponemos en marcha el aparato y dejamos que se mezcle hasta que tenga un aspecto arenoso. Esto también puede hacerse a mano, mezclando los ingredientes secos e incorporando la mantequilla con ayuda de dos cuchillos.
Se añaden los huevos y se vuelve a poner en marcha el motor. Si se hace a mano, lo mezclaríamos todo usando una cuchara de madera.
Colocamos una hoja de film transparente en la encimera y volcamos la masa, rebañando bien el vaso con una espátula.
La cubrimos con otra hoja de film.
La vamos aplastando y dándole una forma redondeada, con cuidado de que no se nos salga por los laterales. Doblamos hacia arriba el film sobrante.
La metemos en el congelador durante 1/2 hora. Desdoblamos el film de los laterales. Estiramos la masa con el rodillo para adaptarla al tamaño del molde que vayamos a utilizar.
Precalentamos el horno a 180 grados. Enmantequillamos un molde redondo y algo hondo. Despegamos la hoja de film de arriba. Al principio nos dará la impresión
de que la masa se va a quedar pegada al film pero ya veréis que se
despega bien y sin problemas. Volcamos la masa sobre el molde y la adaptamos a su forma. Le quitamos la hoja de film que queda. Pinchamos bien la base con un tenedor. Volvemos a meterla en el congelador durante otra media hora.
Cubrimos la base con papel de horno.
Y al horno durante 25 minutos. La sacamos, le quitamos el papel de horno y la dejamos enfriar totalmente.
Mientras tanto en un bol batimos el mascarpone, el queso Philadelphia y las dos cucharadas de miel. Nos quedará una crema espesa.
Metemos en la nevera la mezcla hasta que la base de la tarta se haya enfriado del todo. Procedemos ahora a montar la tarta. Rellenamos la base con el mascarpone batido y lo distribuimos bien con una espátula.
Colocamos encima las ciruelas. Con una cuchara metálica las bañamos con el almibar. Cuidado con pasarse con la cantidad de almibar, sólo queremos que las ciruelas queden brillantes. Y a la nevera hasta el día siguiente o por lo menos tres horas para que esté bien fría. Et voilá
Bon appétit!
Tiene una pinta exquisita! Me gusta la textura esponjosa que le da el relleno, hace la tarta menos fuerte.
ResponderEliminarLo que no sé es cómo conservar estas cosas en verano, porque en la nevera se ponen duras en seguida y fuera con el calor que hace...:S
No, no te creas, en la nevera se mantienen estupendas y con la humedad del relleno y de la fruta la base no se pone dura. Prueba y verás. Besitos.
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